Pues no. Ni es un disfraz de Halloween ni un alienígena durante un encuentro en la tercera fase. Se trata del último grito para la hora de la siesta en el trabajo (me conozco sitios donde se van a vender como rosquillas). Se trata de una almohada que se parece a un casco o a una escafandra y que permite esconder la cabeza, y con agujeros para respirar y esconder las manos (o sacar las orejas y no perderse detalle de lo que ocurre alrededor).

Según sus creadores, «el invento permite que la gente sea más productiva en el trabajo». Pero no dicen si antes, durante o después de usarla.