miércoles, 4 de julio de 2012

El Efecto Pigmalion en la educación

Cuenta la leyenda que Pigmalión, rey de Chipre y escultor, no encontraba a la mujer que se acercara a su ideal de perfección femenina.

Cansado de buscar, esculpió en marfil a Galatea, su ideal de mujer. Su estatua era tan bella y perfecta que Pigmalión se enamoró de ella tanto que la besaba y la vestía con preciosas telas.

Pigmalión suplicó a Venus, la diosa del amor, que su estatua cobrara vida para ser correspondido. Cuando volvió a casa, observó que la piel de la estatua era suave. Besó a Galatea y ésta se despertó y cobró vida, convirtiéndose en la deseada amada de Pigmalión.

Hoy en día, se utiliza la expresión “efecto Pigmalión” para describir el siguiente fenómeno psicológico:

“El efecto Pigmalión es el proceso mediante el cual las creencias y expectativas de una persona respecto a otra afectan de tal manera en su conducta que la segunda tiende a confirmarlas. Del mismo modo que el miedo tiende a provocar que se produzca lo que se teme, la confianza en uno mismo, ni que sea contagiada por un tercero, puede darnos alas”


Aplicamos el efecto Pigmalión constantemente en nuestras vidas, algunas veces para bien (confiando) y otras para mal (desconfiando). Los docentes no escapamos de este efecto y creamos expectativas sobre los alumnos que determinan en gran parte su rendimiento final.

Cito a continuación parte del artículo de la Wikipedia sobre el efecto Pigmalión, en referencia al ámbito educativo:

“Rosenthal y Jacobson estudian el efecto Pigmalión desde la perspectiva de la teoría de la profecía autorrealizada. Esta teoría la entendemos como uno de los factores que influyen en la motivación de los alumnos en el aula. Aparentemente parece que es un efecto mágico, pero no lo es, lo que ocurre es que los profesores formulan expectativas acerca del comportamiento en clase de diferentes alumnos y los van a tratar de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas. Es posible que a los alumnos que ellos consideran más capacitados les den más y mayores estímulos, más tiempo para sus respuestas, etc. Estos alumnos, al ser tratados de un modo distinto, responden de manera diferente, confirmando así las expectativas de los profesores y proporcionando las respuestas acertadas con más frecuencia. Si esto se hace de una forma continuada a lo largo de varios meses, conseguirán mejores resultados escolares y mejores calificaciones en los exámenes.”



Los docentes deberíamos aplicar el efecto Pigmalión positivo y formular expectativas positivas sobre todos nuestros alumnos, aunque veamos indicios de que no son tan buenos, les cuesta más, parecen más vagos, etc. Las respuestas de los estudiantes mejorarán sensiblemente con este planteamiento.

Por último, pero no menos importante, tenemos que ser muy conscientes de que puede que apliquemos el efecto Pigmalión  negativo, con otros compañeros de profesión. De este modo estigmatizamos, demonizamos y respondemos a las acciones de ciertos docentes influidos por las malas expectativas o experiencias que hemos tenido con ellos. Como mínimo, deberíamos ser conscientes de ello.

Fuente:http://choulo.wordpress.com





1 comentario:

  1. Este efecto es muy peligroso desde su vertiente negativa. Por ello siempre a las personas que tengamos a nuestro lado como alumnado o en nuestro entorno familiar y social darles la oportunidad de "explotar" todo su potencial sin prejuzgarlos.

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