Según la mitología griega, cuando nace Aquiles, su madre Tetis le sumerge en la laguna infernal Estigia para hacerle inmortal, pero al agarrarlo por el talón, su mano impide el contacto de esa parte del cuerpo del niño con el líquido. A partir de entonces, Aquiles sería invencible… a menos que lo hirieran en el talón.
Aquiles se hizo famoso por ser inmune a cualquier herida que le propinaran, y sus enemigos temblaban al verle cerca. Pero durante la Guerra de Troya, el gran guerrero fue herido mortalmente por una flecha envenenada lanzada por Paris, hermano del príncipe Héctor, al que ya había vencido, y que fue a dar precisamente en su talón desamparado.
Todos tenemos un talón de Aquiles, y si me apuras, puede que hasta mas de uno. Para muchos, su punto débil es algo a tener bien guardadito por miedo a que pueda ser usado en su contra por otros. Otros, ni siquiera son conscientes de que lo tengan, pero ¡Vaya si lo tienen! y es su entorno quién se encarga de explotarlo al máximo. Y hay otros muchos que saben que lo tienen, y lo exponen y lo llevan con resignación y valentía.
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