Eran dos niñas, la mayor tenía catorce años y diez la pequeña. Eran dos niñas de lo mas normal: Listas, estudiosas y muy cariñosas entre ellas y con sus padres.
Pero a las niñas se las veía tristes. Le daban vueltas a algo en la cabeza, algo de lo que hablaban cuando estaban a solas. Su madre trabajaba mucho, ganaba un buen sueldo, aunque mereciera mas, puesto que pasaba todo el día en la empresa en la que trabajaba.
Cierto día las niñas esperaron a su madre en la cama pero sin dormirse, y cuando ella llegó a casa, la pequeña la llamó dulcemente:
– Mamá –le dijo- ¿Tú cuánto dinero ganas cada día?.
– Hija, no lo sé, pero lo suficiente. Pon, si quieres, unos cien euros. ¿Por qué?
– Por nada mamá, sólo queríamos saberlo.
– Bueno, dormíos ya.
Al día siguiente, las niñas comenzaron a pedir dinero: a su padre, a sus tíos, a sus abuelos. En una semana tenían ahorrados noventa y cinco euros.
Y al regresar otro día, de noche, su madre, las niñas la volvieron a llamar:
– Mamá, ¿puedes prestarnos cinco euros? Es que nos hacen falta para una cosa muy importante...
– ¿Muy importante, muy importante? Tomad el dinero y dormíos ya.
– No, mamá, espera.-dijo la pequeña-. Mira. Hemos ahorrado cien euros. Tómalos. ¡Te compramos un día! Tenemos ganas de estar contigo. De hablar contigo. De jugar contigo. Nos sentimos muy solas. Bueno, tenemos a papá pero a él le tenemos siempre... Y tenemos envidia de nuestras amigas que pasan tiempo con sus madres...
Y la madre las abrazó y comenzó a llorar.
Conmovedora historia. Lástima que no sea ficción sino una realidad. Creo que la vida es el mejor tesoro que tenemos en nosotros mismos y en los que tenemos al lado pero apenas se aprecia, es más nos "roban" el tiempo. Por eso no debemos dejar escapar los pequeños momentos.
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