Es evidente que las cosas que utilizamos hoy en día tienen una vida muchísimo mas corta que las de antes. Hace años, podías comprar cualquier electrodoméstico, o un coche por poner algunos ejemplos y al cabo de los años había que cambiarlos por otros por puro aborrecimiento, ya que aparte de las averías propias de su uso, era practicamente imposible que se rompieran definitivamente.
Hoy día eso no pasa, y cualquier cosa que compremos, sea la que sea, viene ya con su fecha de caducidad implícita, y lo peor de todo es que somos conscientes y nos resignamos a ello.
Pero no sólo son los chinos los culpables de esto. Existe un concepto, la obsolescencia programada u obsolescencia planificada, que es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio, de modo tal que tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible.
Se considera que el origen se remonta a 1932, cuando Bernard London propuso terminar con la gran depresión a costa de la sociedad a través de la obsolescencia planificada y obligada por ley (aunque nunca se llevase a cabo). Sin embargo, el término fue popularizado por primera vez en 1954 por Brooks Stevens, diseñador industrial estadounidense. Stevens tenía previsto dar una charla en una conferencia de publicidad en Minneapolis en 1954. Sin pensarlo mucho, utilizó el término como título para su charla.
El potencial de la obsolescencia programada es considerable en beneficio del fabricante, ya que en algún momento fallará el producto y obligará al consumidor a adquirir otro, ya sea del mismo productor (mediante adquisición de una parte para reemplazar y arreglar el viejo producto o por compra de un modelo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo también previsto en el proceso de obsolescencia programada.
Para la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda, al alentar a los consumidores a comprar de modo artificialmente acelerado nuevos productos si desean seguir utilizándolos.
La obsolescencia programada se utiliza en gran diversidad de productos. Existe riesgo de reacción contraria de los consumidores si advierten que el fabricante invierte en diseño para que su producto se vuelva obsoleto más rápidamente y que puedan recurrir a la competencia y basar su elección en durabilidad y buena calidad del producto.
Éstas y otras cuestiones surgen e intentan explicarse en el documental "Comprar, tirar, comprar", que Televisión española estrenó el 9 de enero de 2011 y que ahora puedes ver aquí.
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