Ahora que disfrutamos de la primavera y cómo la naturaleza se presenta en su máximo esplendor con olores como el azahar, con los colores de las rosas florecidas, el canto de los pájaros al atardecer y un largo etcétera. Es también ocasión de preguntarnos si cuidamos de ella.
La biodiversidad no está tratada suficientemente en los procesos formativos y su enseñanza debería potenciarse inexcusablemente. Desde la infancia se tendría que adquirir conciencia de que las especies
biológicas constituyen el catálogo más preciado de joyas que existe en nuestro
planeta. Y que éstas son patrimonio de la Tierra, no de la Humanidad. Por ello, a
ésta, dada la capacidad de transformación de la Tierra, le conviene su
protección. No su destrucción.
La
Humanidad debería reconocer las especies biológicas como el más maravilloso legado
de la historia de la vida de nuestro planeta. Por tres razones,
fundamentalmente:
- Cualquier especie constituye una obra de arte de la Naturaleza,
- Porque desempeñan un papel en el equilibrio de los ecosistemas
- Pueden proporcionar al ser humano numerosas satisfacciones, no sólo a nivel de ocio sino de recursos hasta ahora insospechados...
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