Puedo cantar mi propia historia,
hablar de mis viajes, y como a menudo he sufrido
tiempos de dura navegación y días de mucho afán;
Amargas carencias a menudo en muchos puertos,
Y a menudo he aprendido que difícil morada
es un barco en una tormenta, cuando llegaba mi turno
en la ardua noche de vigía a la proa del navío
viendo pasar los acantilados. A menudo estuvieron mis pies
aprisionados por el hielo en helados calzados,
Torturado por el frío, dominado por la angustia
Acongojado mi corazón, anhelando una ayuda
Mi cansada mente de marino... ...Y todavía una vez más
La sangre en mi corazón otra vez más
me empuja a intentarlo juegan las saladas olas;
El mar parecen montañas, me urge nuevamente
El impulso de mi corazón visitar lejanas tierras
A emprender un nuevo viaje, en mares muy distantes...
Conocer a otras gentes.
(El poema se lee como tiene sentido, es decir, primero la línea de la columna izquierda y luego la de la derecha. Si está escrito en esta forma es para respetar el original, ya que así se escribía en el lenguaje Nórdico antiguo.)
Lo que hoy los historiadores escriben acerca de los Vikingos trata de asaltos, luchas e invasiones.
Ciertamente entre los años 793 y 1066 d.C. entra en la escena europea un pueblo hasta entonces desconocido, los llamados Vikingos, formados por gentes de diferentes zonas de Escandinavia, principalmente suecos, daneses y noruegos.
Las razones del por qué es en ese momento que el pueblo Vikingo alcanza su esplendor no está clara, pero dos razones pueden ayudar a explicarlo:
Por una parte, es un pueblo de navegantes en unos mares azotados continuamente por terribles tormentas. Esto hace que desarrollen mejor que otros pueblos el arte de la navegación y lleguen a construir unos barcos superiores a los demás pueblos europeos, lo que les permite abrir rutas comerciales por los principales ríos navegables de Europa y de Rusia occidental y colonizar tierras inexploradas hasta entonces: como partes del Noroeste de Rusia, Islandia, Groenlandia –donde fundan ciudades–, e, incluso, como “Erik el Rojo” que llega a pisar América (en la península del Labrador) 500 años antes que Cristóbal Colon.
Por otra parte, los mitos y leyendas en los que se basa su cultura son de un carácter heroico, guerrero y aventurero, tan extraordinarios que al interpretar estos mitos de una forma “exotérica”naturalmente ello impulsa a la aventura y a la conquista: llegan a saquear las principales ciudades de Inglaterra, del norte de Alemania, París, incluso hay relatos de un asalto a Sevilla donde son rechazados por los musulmanes, entonces presentes en España.
Que duda cabe que sus mitos, de tan extraordinario carácter heroico y guerrero, habían de ser entendidos en forma esotérica, como el camino del guerrero en lucha contra sí mismo. Pero como siempre sucede por estos tiempos ya tan degenerados, sólo unos pocos eran capaces de leer el mensaje oculto.
El pueblo Vikingo era un pueblo culto que conocía y le gustaba escuchar estos mitos, había en ellos valor, poesía, y un algo de misterio...
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