lunes, 21 de octubre de 2013

Chanchunai

Se me ha venido a la memoria un capítulo de la serie esta que no ponen casi nunca en la tele: La archi-requete repetida Aida. En mi casa no hay día en el que no tengamos una dosis, sea grande o pequeña.

En el episodio en cuestión, el dueño del bar, Mauricio, cruza una apuesta con el novio de la muy bien dotada Paz, consistente en ver quién de los dos entiende mas sobre vinos, o sea, sobre las destrezas de   Un soumilier.

El dueño del bar intenta aprender el oficio en un par de tardes ( a qué político me recuerda a mí esto) pero lógicamente eso es misión imposible. Al vino francés chardonnais le llama chanchunai y cosas así.

Al final la apuesta queda en empate porque resulta que los dos van de farol y ninguno tiene ni puñetera idea de vinos.

Yo nunca he sido una persona a la que le guste hablar demasiado; soy mas bien de los que les gusta escuchar, y si hay que dar una opinión sobre el tema, pues darla, pero cortita, sintética si es posible.

Pero eso sí, mientras tanto mi cabeza no deja de bullir. Yo admiro (por la faceta de animadores de las reuniones), a las personas que tienen el don de ponerse a hablar sin parar, sea del tema que sea, lo conozcan mejor o peor, y que lanzan sus opiniones como dardos ex-cátedra,  aunque no sean mas que burlas a la inteligencia humana. Yo de vez en cuando escuchando a alguno de estos oradores soltando alguna perla he pensado: "-hala, qué barbaridad", pero, lejos de cortarle, he preferido continuar oyéndole hablar de su chanchunai particular. Él allá.

Dicen que una vez alguien reprochó a un político que nunca intervenía en los debates de los plenos, y luego se le podía ver por los pasillos y en los aseos gesticulando y hablando solo, a lo que este respondió: - Es que a veces necesito cambiar impresiones con alguien inteligente. Tampoco es mi caso, que conste.


1 comentario:

  1. Me ha gustado bastante esta entrada. Cuántos chanchunais tenemos a nuestro alrededor...

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