lunes, 4 de junio de 2012

La buena educación

Iba con mi amigo paseando, cuando en una acera estrecha, cedimos el paso a un matrimonio de cierta edad que venía de frente. Cual sería nuestra sorpresa al oir : "Gracias, muchas gracias señores", dicho con amabilidad, con una breve inclinación de cabeza, y acompañado de una sonrisa afectuosa. Tras un primer momento de vacilación, dimos media vuelta y exclamamos: "¡Alto ahí! Un momento por favor". Hace años que raramente nadie da las gracias por cederles la acera. Lo normal es que agachen la cabeza como los guarros chicos y tiren "pa’ lante" ;así que si alguien tiene que dar las gracias somos nosotros a Vds por mantener esa rara especie que se llama buena educación.Charlamos un ratito y todos contentos seguimos nuestros caminos.

En nuestros tiempos hay tres cosas que se han olvidado: Dar los buenos días, dar las gracias y pedir perdón. Posiblemente por la misma causa: La mala educación. Las personas educadas no tienen el menor inconveniente en ser agradecidos, algo propio de los bien nacidos. Saben intuitivamente que así aumentan su prestigio y ganan amistades. Saben también que algo que cuesta tan poco, rinde demasiado y sería estúpido desaprovecharlo.

La buena educación, algo distinto de la simple cultura, se ha refugiado en el comercio, en las ventas, en las empresas donde el buen trato con el cliente se traduce en buenos negocios. Cliente tratado desconsideradamente es un cliente perdido. En los pueblos cultos son de uso frecuentísimo las frases de cortesía. ¿No será que la mala educación sigue siendo propia de gente bajuna, aunque posean riquezas y cultura?  

Pero ¿Qué es la buena educación? Es una de las forma de mostrar amor y respeto a los demás. Es la traslación a la sociedad del "Amarás al prójimo como a ti mismo", es una exigencia para hacer la convivencia amable con todo el mundo, con el que nos agrada y con el que no. Yo no he visto a ningún burro dar los buenos días, dar las gracias o pedir perdón, como tampoco lo he visto entrar en un bar a tomar café. Sin embargo, existen personas, algunas con altos cargos, que para hacer notar su importancia o para encubrir su ineptitud andan por este mundo con cara hosca y prodigando a todas horas lo único que saben hacer bien: soltar coces y rebuznar. Estas pobres gentes pagan por ello un precio elevado: el desprecio y alejamiento de los otros, la infelicidad en su hogar y en el trabajo.

Comentaba un profesor de Instituto, que hace unos días, un par de amigos suyos, fueron a consultarle la posibilidad de que sus hijos estudiasen Religión o Etica. "Oye, ¿eso de la Etica no será lo de la buena educación de la época de Franco? ¿Pero eso no está pasado ya de moda?" El profesor se quedó pasmado. La educación ha desaparecido de la escuela, de los institutos y de la universidad. Los profesores se muestran impotentes para mantener la disciplina y el orden en clase, los padres no saben que hacer con los hijos e hijas que tras el botellón llegan a casa a las cinco de la mañana, la familia pasa por un serio bache. 

Por otra parte la TV se encarga de que la zafiedad, las groserías y las malas formas se extiendan cada vez más, y lo que es más grave ¡En nombre de la libertad!. El cambio siempre es posible, especialmente cuando vemos que una buena parte de nuestra juventud está muy sana. Recordemos que en tiempos de Felipe II éramos la nación más admirada por nuestra cortesía. Posiblemente las causas estén más en la época en que vivimos que en la educación familiar recibida. Algo tendrá también que ver esa "ESO" sobre la que aun no he conseguido que ningún profesor, ni uno solo, me hable bien de ella. Particularmente, me importa lo que pasa en las aulas no lo que digan los papeles.

Además en esta época están influyendo de forma brutal políticos bajitos de cultura y condición, que han abolido todo tipo de disculpas. Suelen estar diariamente en todos los medios de difusión, diciéndonos lo que tenemos y lo que no tenemos que hacer. Ningún político reconoce un error o una destemplanza, una acusación infundada, un desaire o una bajeza. Y lo mismo va ocurriendo en personas de cualquier condición, clase o sexo. Pedir perdón o recibir un favor se considera una humillación terrible en nuestro ridículo mundo de soberbios y narcisistas.

Como somos pendulares, esperamos que pase pronto esta mala racha, que ya dura demasiado. Las personas que dan las gracias con naturalidad, que reconocen sus errores y piden perdón con dignidad, las que saben alabar una buena comida felicitando a la cocinera, las que tienen siempre una palabra amable y una sonrisa para todos, incluyendo a los cargantes; los que se alegran de todo corazón por los éxitos de sus amigos, todas ellas son personas que disfrutan de un gran capital: la amistad y el cariño de muchos. Las casas de estos, sus apoyos y amigos siempre están abiertos para ellas. Los que tenemos uno de estos amigos somos conscientes de disfrutar de un tesoro inapreciable.

1 comentario:

  1. Personalmente me ha sucedido también en muchas ocasiones lo de las personas mayores, incluso a veces se bajan pensando que no se les va a ceder el paso. Tienen asumido que no se les respeta...hemos llegado a unos límites de "no educación". También otra anécdota que me ha sucedido es cuando por ejemplo vas en algún autobús urbano y hay alguien sentado con los pies puestos en el asiento...No cuesta nada decir, perdón, gracias ni ser amables.

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