Un joven llegó jadeando a la casa de Pedro, una persona conocida por su templanza y sabiduría y le dijo:
-Escucha Pedro: Un amigo tuyo estuvo hablando cosas malas de tí. Resulta que...
-¡Espera un momento! –le interrumpió Pedro. ¿Ya hiciste pasar por la prueba de las tres cancelas lo que vas a contarme?
-¿Las tres cancelas?
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda cancela, la de la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguién?
-No, en realidad, no. Al contrario, es malo para tí...
-¡Ah, vaya! Y la última reja es la necesidad. ¿Tú necesitas hacerme saber eso que tanto te inquieta?
-En realidad, no.
-Entonces –dijo el sabio sonriendo- si no sabes si es verdadero, ni es bueno, ni es necesario, sepultémoslo en el olvido.
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