Ayer paseaba por las calles de Sevilla y veía grandes colas de gente esperando para visitar los belenes que en esta época del año son tan habituales.
Pensaba en las largas colas, en el tiempo de espera y si merecía o no la pena. Para mí es demasiado, prefiero más tranquilidad pero luego pensaba también en quiénes los habían preparado y en cómo le gustaría que fueran a verlos.
Creo que está situación es muy aplicable a otras de nuestra vida. Y me pregunto: ¿qué nos gusta visitar? Muchas veces hay "belenes" que no vemos, que nuestros pasos no se dirigen a ellos, que quizás no están tan preparados, o no sean tan bonitos...como puede ser una persona enferma, algún familiar, algún amigo que nos necesite...
Y nuestro propio belén, a veces creo que es bueno adoptar la posición de visitante y entrar de nuevo en nuestro casa, ver todo con ojos renovados porque creo que eso contribuye a mejorar.
También tengo que decir que visitaría belenes con la mula y el buey, los animales, nuestras mascotas nos aportan muchas cosas, pobres criaturas si las echásemos de nuestros "belenes"...
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